Al hablar de las consecuencias acarreadas tras la ocurrencia del terremoto, son muchos los aspectos que deben mencionarse. Daños materiales, pérdidas humanas, repercusiones económicas, reacciones internacionales… Afortunadamente, Chile es un país que está medianamente preparado para hacer frente a una catástrofe de estas características. Diversas fuentes señalan que, el terremoto que ha sacudido Chile es quinientas veces superior al que ocurrió en Haití el pasado mes de enero, sin embargo el número de fallecidos es notablemente inferior (este hecho puede explicarse desde diferentes puntos de vista, ya que, por ejemplo, las infraestructuras existentes en Chile superan en gran medida a las de Haití). Un informe publicado por la NASA merece ser destacado, ya que aseguran que el sismo produjo una redistribución de la masa terrestre, que produjo una modificación en la rotación del planeta, y que inclinó el eje terrestre en unos, aproximadamente, ocho centímetros.
El terremoto que golpeó Chile produjo un desplazamiento de masas de tierra que cambiaron la distribución del peso del planeta. Se trata del segundo gran terremoto de repercusión mundial, lo que lleva a plantearnos preguntas relacionadas con la geología de nuestro planeta, así como con la posible frecuencia de ocurrencia de este tipo de catástrofes. El geofísico de la NASA Richard Gross anunció el desplazamiento del eje del planeta ocasionado por el sismo, al mismo tiempo que resaltó la normalidad que supone la aparición de cambios en el eje terrestre. Algunos fenómenos, como los efectos del cambio climático, inclinan el eje periódicamente. Los grandes terremotos ocasionan el incremento de estos cambios, valga destacar el maremoto y el tsunami que sacudió el sudeste asiático en el año 2004 (donde se desplazó el eje dieciocho centímetros). También es importante subrayar la variación de la velocidad de rotación del planeta que se produjo tras la catástrofe, dando lugar a una pérdida de 1, 26 millonésimas de segundos de duración del día. Esta variación es imperceptible, pero da significado a la importancia y relevancia del fenómeno, al igual que lo hace la elevación de dos metros sobre el nivel del mar que sufrió la Isla de Santa María. En definitiva, y geológicamente hablando, merece señalarse al “cinturón del Pacífico” como una de la zonas planetarias más propensas a sufrir terremotos y maremotos.
La oscilación en el número de víctimas tras el terremoto ha sido bastante confusa. Después de publicar muy diversas cifras, la ONEMI anunció 723 fallecidos, aunque en los días siguientes la estimación volvió a ascender hasta los 800, momento que aprovecharon las autoridades chilenas para publicar una lista parcial en la que se reflejaban oficialmente los fatídicos nombres. La antigüedad de las construcciones, así como la magnitud del sismo han provocado la evacuación de numerosos hospitales de la zona centro y sur del país. Tras la ocurrencia del terremoto, varias replicas se sucedieron, lo que obligó a que miles de personas se trasladaran hacia la cordillera de la costa para protegerse del posible tsunami que hacían presagiar la sucesión de temblores. Toda una serie de consecuencias, tanto humanas como materiales, que lamentablemente pasarán a la historia y que, como se dijo en La gran catástrofe ascienden el número de damnificados a dos millones.
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